Por: Rafael
Valencia.
Hoy Camilo Zúñiga es para los
brasileros lo que en su momento fue Soner Ertek para los colombianos después de
lesionar y dejar por fuera del mundial a Falcao (¡Ay, Tigre, ayer sí que
sufrimos tu ausencia!). De aquel día lamentable -22 de enero de 2014- para las
esperanzas del fútbol colombiano de cara a Brasil, recuerdo como el duelo
nacional se manifestó en las redes sociales a través de todo tipo de mensajes
criticando, condenando, insultando y hasta amenazando (no faltó el trillado
meme del personaje de Pablo Escobar libreta en mano) al hasta ese momento
desconocido defensor del aun hoy desconocido equipo de tercera división del
fútbol francés. Toda Colombia indignada y dolida, y con razón.
Lo lamentable es que hoy, eliminados
del mundial y luego de conocer las consecuencias del golpe en la espalda que
Zúñiga le propinó a Neymar (sin intención de dañarlo, como asegura el lateral
colombiano -y yo le creo- y como en su momento lo aseguró también Ertek cuando se
enteró de la lesión de Falcao -a este sí ningún colombiano le creyó), en
Colombia no se hable de otra cosa que del “gran robo” del árbitro español contra
los cafeteros, mientras que de la accidentada jugada que dejó a Neymar con una
vértebra fracturada y sin posibilidades de jugar lo que le resta de mundial a
Brasil, ni una palabra (quiero pensar que aún es temprano cuando escribo esto y
que la sensatez ocupará su lugar en los entristecidos hinchas colombianos,
entre los que me incluyo, en cualquier momento), ni de rechazo al agresor -es
lógico que no lo haya, es colombiano, con el atenuante de que no suele jugar
brusco- ni de aliento al agredido.
Algunos dirán “que lo alienten en su
país (a Neymar)”. Y yo supongo que es una actitud normal y que es mi problema aceptar o no que
es propio del fútbol juzgar como crimen de Estado las faltas que reciben
nuestros jugadores e ignorar y hasta celebrar las que nuestros jugadores
cometen, aunque a mí eso me suene a doble moral. Lo que me sorprende es que
alguien tenga la mala leche de salir a decir en la palestra pública por excelencia
en la que se han covertido las redes sociales, que con la falta sobre Neymar
-lo leí en Twitter- “Zúñiga le quitó a Brasil la ayudita que le dio la FIFA.
Simple balance”. O que con la lesión del brasilero “se compensaron todas las
patadas que recibió James durante el partido”, que efectivamente fueron muchas.
Y así otras cuantas perlas más. Pobre criterio de la proporción el de algunos.
¿Será que aquí cabe, por fin, la célebre
y sobrevalorada "Por eso estamos como estamos"?
Tal vez no. Tal vez en Colombia, por
eso y por aquello, por esto y por lo otro, estamos como estamos. Pero ya ni
modo. Ya hablé de uno de los temas sobre los que dicen es mejor no hablar.
Fútbol. Prometo no trascender a la política ni mucho menos a la religión.
En fin –y aquí acomodo un poco lo dicho
por el profesor Antanas Mockus en, literalmente, su momento-, yo escribí porque
quise, a mí no me pagaron. Y lo hice porque no quiero cerrar (yo), el que ha
sido de lejos el mejor capítulo hasta ahora escrito por la Selección Colombia en
la élite del fútbol mundial sin decirlo absolutamente todo. Del desempeño del
equipo en Brasil ya se dijo lo que había que decir dentro y fuera del país.
Ahora queda trabajar en lo que se debe mejorar para conservar la esperanza
de que a Rusia llegaremos con la tranquilidad de llevar en los bolsillos esos
cinco centavos que en Brasil nos faltaron para el peso.
Me resulta interesante leer otras miradas sobre lo sucedido ayer en el partido Colombia - Brazil. Buena perspectiva.
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